viernes, 20 de junio de 2008

MARIÁTEGUI Y EL SOCIALISMO, EL PODER DE LA IMAGINACIÓN CREADORA

Por: Antrop. Silvia Munárriz O’Phelan

"Las utopías de hoy son las realidades del mañana".

Oscar Wilde.


José Carlos Mariátegui, es el peruano más importante y representativo del siglo XX, por ser el pensador más lúcido de la inteligencia peruana en su análisis de interpretación de la realidad peruana, cuyo pensamiento sigue vigente.

Y el pensamiento de Mariátegui fue socialista, de convicción marxista, fueron las fuentes del materialismo histórico las que guiaron su análisis, es por todo ello que pese a la caída del socialismo real en el este de Europa, que sólo fue una deformación vertical burocrática, dogmática y sectaria del socialismo, el pensamiento de Mariátegui sigue nutriendo a las jóvenes generaciones de América y el mundo que repiensan el socialismo, porque éste seguirá existiendo irredento mientras existan injusticias.

La interpretación mariateguiana del socialismo se nutre de la fe, rescata el valor de la utopía como la espera esperanzada del ser humano, para que frente al capitalismo salvaje del neoliberalismo, negación de toda utopía, el hombre no se hunda en el marasmo del inconformismo nihilista, ni en la desesperanza destructiva del terror. Tiene que haber siempre la certera posibilidad de un cambio y esta posibilidad se basa en una utopía. Mariátegui nos decía:

"La Revolución será para los pobres no sólo la conquista del pan; sino también la conquista de la belleza, del arte, del pensamiento y de todas las complacencias del espíritu."

Es esta percepción del socialismo en Mariátegui que lo aproxima en cuanto a mística y convicción utópica a la fe religiosa, que va mucho más allá de la racionalidad de los estudios económicos, sociales, políticos, etc. Decía Antonio Melis que en Mariátegui la confianza del futuro radicaba más que en el análisis de las leyes de la dialéctica, los determinismos y condicionamientos económicos; en el certero pálpito de un mundo mejor para la humanidad, provenía de su profunda fe en las voluntades colectivas, en las fuerzas humanas ganadas hacia la lucha social; la riqueza ideológica está en su heterodoxia del marxismo y a eso se debe la vigencia de su pensamiento.

Ávido lector de las más disímiles corrientes del pensamiento, nutrió sus ideales y convicciones revolucionarias ajenas a todo dogmatismo. De la Decadencia de Occidente de Spengler, filósofo alemán de extrema derecha y de la Teoría del Mito Social de Sorel, Mariátegui infiere que los antiguos ideales, valores e instituciones de la civilización burguesa han decantado, se encuentran en franca descomposición, bajo el impacto de un hondo cuestionamiento.

Nos dice que "toda investigación contemporánea sobre la crisis mundial desemboca en una unánime conclusión: la civilización burguesa sufre la falta de un mito, de una fe, de una esperanza". Que el racionalismo excesivo de la experiencia burguesa nos ha conducido al paradójico resultado de desacreditar a la razón imbuyendo a la humanidad en un escepticismo nihilista.

Mariátegui rescata la fuerza del mito para hacer avanzar la historia, es el mito el que dinamiza al hombre en su marcha hacia el futuro, reencanta al mundo. Y nos refiere que "no se vive fecundamente sin una concepción metafísica de la vida. El mito mueve al hombre en la historia. Sin un mito la existencia del hombre no tiene ningún sentido histórico. La historia la hacen los hombres poseídos e iluminados por una creencia superior, por una esperanza super humana; los demás son el coro anónimo del drama". Y estas convicciones fueron militancia diaria de su vida como existencia heroica.

Jóvenes el cambio social, el grito de Otro mundo es posible no sólo debe estar animado de la crítica científica, del análisis objetivo de las contradicciones del sistema, también rescatemos la importancia de los elementos míticos y simbólicos como poderosa fuerza subjetiva de entusiasta afirmación histórica futurista.

La utopía que soñamos es la interpretación del sueño de las masas potenciado por el análisis de la realidad social.

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